sábado, 18 de julio de 2009

Acto de Fe





Acto de fe from Neurofilms on Vimeo.



¿Qué es un Acto de Fe?

La pregunta contiene sus dificultades. Para mi, es el encuentro con lo bello que viene hacia nosotros cuando aprendemos a ver en nuestro interior. No hace falta que salgamos en su búsqueda.

Todos nuestros actos creativos y no creativos expresan nuestra conciencia de hacer mundo, es decir; lo que somos y no somos en este momento es una manifestación permanente de un estado interior y su evolución no es la misma en todos.





martes, 7 de julio de 2009

Memorias Matlopianas: NeuroFilms




"Busco la Paz en mi propio desorden, la Verdad en mis propias mentiras y la Luz en mi propia oscuridad"

Mahatma Gandhi




Neurofilms es una escuela abierta de auto observación a través del lente de una cámara. Sus orígenes se remontan a finales del 2003, cuando comencé a hacer de manera intuitiva Neuropoesía. La Neuropoesía para los que no saben de su existencia, tiene dos definiciones “según el nivel de conciencia de cada individuo”. A un nivel instintivo, la defino como una masturbación o descarga psicológica y a un nivel espiritual, la defino como un accidente metafísico. A mediados del 2007 y después de un quiebre amoroso que rompió la imagen que tenía de mí mismo, me junté con el cineasta Cristóbal Vargas, que en el tiempo, re bautice con el nombre de Creóbal. El resultado de este primer encuentro fortuito fue el nacimiento de un grupo que llamamos: Neurofilm.

Desde ese mismo día, Creóbal y yo, comenzamos rápidamente a reclutar bellas e imaginativas muchachas de distintas disciplinas de estudio: actrices, cineastas, sicólogas, artistas de circo y toda persona que quería expresar libremente su creatividad reprimida por sus círculos sociales. El único requisito para pertenecer a este grupo era llegar de manera puntual, todos los domingos a las nueve de la mañana a una pequeña oficina ubicada en el centro de Santiago, en calle Portugal con Av. Alameda. A la entrada, dejar los calzones colgados en un pequeño perchero con forma de falo negro, ubicado estratégicamente detrás de la puerta principal de este pequeño laboratorio Neuroexperimental.

Durante más de un año, realizamos en secreto y sin publicidad alguna, numerosos actos Neuropoéticos, todos los domingos, en las céntricas calles de Santiago de Chile. Ahí nos dimos cuenta del poder de transformación personal que tiene el uso de la imaginación aplicada a situaciones cotidianas, en relación a lo que siente el cuerpo. Intervenimos numerosos restaurantes, cines xxx, edificios públicos, cementerios, moteles, iglesias, paseos peatonales, etc. Nuestro objetivo era romper en “estado de gracia” con toda imagen social que nos pusiera límites. La enseñaza fue clara: los límites sociales a los que nos enfrentábamos no estaban afuera, más bien estaban vivos y palpitantes en cada uno de nosotros. Comprendí más tarde que el cerebro lee afuera lo que está pasando adentro.

Vivimos un año intenso en experiencias, en los que entraron y salieron un sin número de curiosos y anónimos personajes que colaboraron ( a veces , eliminando todo pudor) en el desarrollo participativo de estas acciones Neuropoéticas. Recuerdo a un actor, de voz suave y enamorado profundamente de su madre, que nos pidió sin temor al rechazo que lo torturáramos a nuestra voluntad. Deseaba desde lo profundo de su ser, vivir la oscura experiencia. Sin dudarlo, realizamos sagradamente el impensable ritual; nunca más volvió. O aquel Domingo, cuando visitamos la Catedral de Santiago, completamente saturada de feligreses que escuchaban atentamente el sermón del Obispo. Llegamos caminando, sin decir una sola palabra, nos desvestimos, y a torso desnudo le pedí a mi amigo que escribiera una gran F con su dedo índice en mi pecho. A su vez, yo le escribí en su pecho una gran E con tinta violeta. Abrazados, apoyados uno en el otro, entramos al templo formando la palabra FE. La gente furiosa empezó a gritarnos: …¡que falta de respeto, así no se puede entrar a este lugar!…¡pendejos weones!.. ¡locos de patio!... insultos que fueron indiferentes a nuestros oídos. Avanzamos tranquilamente hasta la mitad de la Catedral y nos sentamos a rezar. Comprendí en ese momento que hacer silencio disuelve las agresiones externas. El silencio es el arma más poderosa de comunicación. Y nos retiramos del lugar sin mirar hacia atrás, sin antes posar en extrañas posiciones, frente un grupo de sorprendidos turistas que inmortalizaban con sus cámaras digitales el acto de FE.

Y enseñando lo que no sabia a los demás, aprendí mucho de mí. A desafiar sin temor al ridículo, los límites de una pobre educación que atenta principalmente contra la libertad del espíritu creativo. A vivir en el momento, sin temor a cometer pequeños errores, ya que el error en sí mismo se transformó en mi mejor escuela de auto crecimiento. Me fui desprendiendo… en la alegría del error, poco a poco, de mis rígidas estructuras mentales para re encontrarme en la confianza de lo que soy, sin saber realmente quien era. Después de un año de impensables experiencias, comprendí que los placeres sociales no eran sostenibles en el tiempo, por ese motivo, de un Domingo para otro, avisamos al grupo que Neurofilms se disolvía en la memoria de cada uno de nosotros. No hay mayor libertad que soltar lo que amas, y cerramos un ciclo. Tiempo después, Creóbal viajó a la Argentina para aprender un poco más sobre Teatro Ritual. Recibí por mail una noticia suya : las cintas de video en donde habíamos registrado la gran mayoría de nuestras intervenciones urbanas se habían perdido. Nunca más volvimos a saber de ellas.

Sin embargo los deseos por seguir experimento con la realidad no disminuían, muy por el contrario, aumentaban. Recuerdo que Creóbal me preguntó: Y ahora…¿Qué vamos hacer si nos liberamos de nuestros colaboradores? Respondí: Iremos con cámara en mano a buscar nuestros personajes al centro de Santiago. La realidad es un Gran Teatro, en permanente movimiento. Nos dimos cuenta, que finalmente sería la realidad la que nos mostraría lo que hay que hacer.

El primer desafió que nos propusimos fue ir en búsqueda de una mirada inocente, en una ciudad caracterizaba por no decir lo que siente mirando a los ojos. Y salimos, con cámara en mano al centro de la ciudad, sin pensar en lo que íbamos a grabar. Este primer desafío nos llevó a conocer a un “niño-hombre”, Jeremías, un mongolito de mirada transparente, que tocaba su flauta a los pies de la imagen metálica de un obispo muerto. En ese momento, nació nuestro primer Neurofilms: Un Buda en Santiago.

Así, comenzamos sin mayores problemas a conocer maravillosos personajes que iban apareciendo en nuestro camino, como un desfile de impensables criaturas. Todos ellos con profundos deseos de expresar sus talentos creativos, de manera gratuita, frente a la cámara. El Mago Palito Show que seducía, sin decir ni sola palabra, a los niños que asombrados por sus trucos, le daban una moneda de agradecimiento. Un viejito de mirada perdida que tocaba una pequeña guitarra de palo sin cuerdas. Hábiles reducidoras de especies robadas. Una pareja de viejitas cantoras, sin ojos. Un estilista de sonrisa multiforme, que cortaba el pelo en la calle por Mil pesos o el genial retratista, “Grasso” Error ( mi padre Neurometafórico), que desde niño, me intrigo con su presencia poética, cuando era expulsado a patadas de los cafés de Providencia. Jamás vi uno de sus retratos, sin embargo la vida se encargó de juntarnos una tarde de primavera, frente a la Catedral de Santiago. Mientras me retrataba, me regaló un pensamiento maravillo que me cambió la vida: …“La experiencia creativa no puede fabricarse como los ataúdes en serie”

En síntesis, puedo concluir que Neurofilms es una obra colectiva en permanente transformación, sin un final conocido, y hasta el momento, su evolución conceptual nos deja tres enseñanzas:


1. Conexión mente y cuerpo. (En que parte de tu cuerpo sientes lo que ves)

2. Uno lee afuera lo que está adentro. (Proyecciones)

3. Darse cuenta como el resultado espontáneo y no contralable del acto de observar y auto observarse . (Mirar no implica necesariamente darse cuenta)









salud y auto observación.

Matlop.